miércoles, 30 de mayo de 2012

la cosa sigue asì,

Debe suprimirse la entrada anterior, despuès del episodio del cemementerio sigue lo siquiente.....
Lo que debo relatar ahora es un poco más complejo que el episodio de la exhumación y reducción de los restos de mi abuelo, debo contar cómo 20 años después volví a tomar contacto con “la serpiente”.
No voy a generar misterio inutilmente, dirè que antes de cumplir 30 terminé viviendo en una pensión en el Tigre y justo en la pieza contigua vivía una mujer que se llamaba Beatriz. Beatriz tenía 60 años, los cuarenta cigarrillos que se fumaba al día la habían consumido, arrugado y teñido su piel del color de las aceitunas, había venido de España a los 5 pero todavía hablaba con la zeta bien marcada. En su pieza, que era más grande que la mía y estaba dividida por una cortina, ejercìa su trabajo que consistìa en  atender a sus clientes a los que les leía el futuro en naipes o en unos caracoles que desparramaba en un círculo de collares de mostacillas. Ofrecìa ademàs hechizos y pòcimas para recomponer parejas o para formarlas. También curaba la pata de cabra, la culebrilla, y por supuesto, el ojeado.

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