jueves, 19 de mayo de 2011

PRÓLOGO


Con la publicación de La Masonería y el Camino hacia el Centro, la colección Masonería Siglo XXI continúa con su objetivo de poner al alcance de los masones y de todos aquellos lectores interesados en las Sociedades Secretas, las obras de los más importantes exponentes latinoamericanos del género.

         Conozco al autor de este libro desde hace dos décadas. Teniendo en cuenta que nos conocimos en el seno de la Masonería, bien podría decirse que hemos pasado gran parte de la vida compartiendo la actividad masónica. Puedo testificar, entonces, que una de las constantes en la vida masónica de Daniel Echeverría ha sido la instrucción de los aprendices, el esfuerzo por enseñar a los recipiendarios los misterios de la Orden y llevar comprensión al público en general sobre una de las materias menos comprendidas y más manipuladas en la historia de las sociedades secretas.

         Siendo este su desvelo en tanto años, era inevitable que su libro La Masonería y el Camino hacia el Centro tuviese por destinatarios a quines recién se inician en la Augusta Fraternidad y también a aquellos que se acercan con sana curiosidad a la ventana de los misterios. El libro que el lector tiene en sus manos es un compendio de cuanto le hemos escuchado a Daniel Echeverría en sus conferencias, en las Tenidas de Instrucción, en sus numerosos intentos de convertir a los recién iniciados en artífices de sí mismos, otorgándoles las herramientas del campo en el que mejor se desempeña: El del lenguaje de los Símbolos.

         Encontrará el lector en esta obra un compendio magnífico de símbolos, dispuestos de modo tal que el alma peregrina pueda asirlos y colocarlos en orden; pues de eso se trata la masonería: Un sistema basado en una experiencia iniciática, en un Rito de Pasaje que sólo se descifra mediante alegorías contenidas en un lenguaje simbólico.

         Esta es una obra esencial para principiantes. No hay aquí espacio para jugar a los misterios. No se esconde Echeverría detrás del testimonio de masones ilustres ni de interminables listas de próceres que “han dado su nombre a la masonería”. Por el contrario, el autor vuelca su propia experiencia y lo hace de un modo contundente, con un estilo que lo caracteriza y que el lector sabrá apreciar desde las primeras páginas.

         Echeverría concibe la masonería como un campo del fenómeno humano en donde el mito tiene un protagonismo trascendente. Pero también como centro de unión fraternal donde los hombres pueden compartir su indagación sobre la vida y sus eternos interrogantes.  Lejos de aislar a la Orden Masónica en un contexto de Secreto -de Logia cerrada- nuestro autor proyecta su simbología en un lugar cercano a la experiencia vital, allí donde los arquetipos y las personas de carne y hueso se encuentran para dar vida al aspecto más rico del género humano. Es por ello que no ha podido escapar a la influencia de C. G. Jung, de J. Campbell, de M. Eliade y tantos otros buscadores de las profundidades del alma. Pero tampoco a la de los grandes genios del Renacimiento ni la de los formidables magos del siglo XIX. Su experiencia, recogida en el seno mismo de la instrucción masónica, está volcada en estas páginas.

         Esa misma experiencia lo ha llevado a desarrollar un amplio derrotero institucional, desde la Presidencia de su Logia hasta los más altos cargos Masonería en la Argentina.

        
Eduardo R. Callaey

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